Hola:
¿En qué momento la sabiduría se convirtió en arruga, la experiencia en obsolescencia y la vitalidad en «ya no es edad»? ¿En qué instante la sociedad decidió que alguien de 50, 80 o 90 años, con un bagaje de vida y logros, se transformara en un objeto de «desgaste»?
Y por añadidura, ¿Cómo es que lo permitimos?
Nos etiquetan de incapaces de aprender nuevas tecnologías como la IA, inflexibles ante el cambio, relegados a cuidar nietos, sin derecho a emprender ni a recibir apoyo financiero. Nos ven como reliquias, no como clásicos.
El paradigma del «desgaste»
¿Acaso un auto clásico no es más valioso con el tiempo? ¿Un queso añejo no intensifica su sabor? ¿Un whisky de 20 años no es un tesoro? ¿Por qué nosotros, con décadas de vida, no merecemos la misma valoración?
Nos hemos dado a creer que la utilidad y funcionalidad se miden en productividad laboral y juventud eterna. Nos olvidamos de que la experiencia es un capital invaluable, la sabiduría un faro y la resiliencia, una fortaleza.
Así como el carbón, sometido a inmensas presiones y el paso de millones de años, se transforma en un diamante, la experiencia acumulada a lo largo de décadas moldea el carácter y la sabiduría, convirtiendo la vida en un tesoro invaluable. No se trata de un proceso instantáneo, sino de una metamorfosis que requiere tiempo, paciencia y resiliencia. Cada año gradual añade una nueva faceta a este diamante humano, haciendo más brillante y valioso.
La sabiduría oriental: un espejo
En Oriente, la figura de quien ha vivido más es venerada. Japón y China nos recuerdan que la sabiduría acumulada es un tesoro, no un deseo. Sus consejos son guía, su presencia, respeto.
¿Por qué nosotros, en Occidente, hemos perdido esa visión? ¿Por qué preferimos la juventud efímera a la experiencia eterna?
Más allá del «desgaste»
No somos objetos de ornato, somos libros abiertos, mapas de vida, fuentes de inspiración. Podemos aprender, emprender, crear, amar, vivir plenamente.
La edad no define nuestra capacidad, la sociedad sí. Es hora de romper el paradigma del «desgaste» y reconocer el valor intrínseco de cada etapa de la vida.
¿Cincuentas, o sin cuentas?
No permitamos que la sociedad nos defina por un número; que la sabiduría no sea sinónimo de obsolescencia, ni la experiencia una condena. Escribamos nuestra propia historia, desafiando los estereotipos y demostrando que la vida no tiene fecha de caducidad.
¡Seamos protagonistas de nuestro presente, construyamos nuestro futuro, sin importar la edad! Comparte este mensaje si crees en el poder de la experiencia y la fuerza de la sabiduría.
#Saludos #Entrecanos,