Habilidades clave para el éxito: gratificación diferida e inteligencia emocional

La relación entre la gratificación diferida y la inteligencia emocional es crucial en el ámbito personal y profesional. Practicar ambas habilidades puede llevar al éxito.

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La gratificación diferida y la inteligencia emocional son dos conceptos ampliamente estudiados en el campo de la psicología y el comportamiento humano, y existe una estrecha conexión entre ellos.

La gratificación diferida es la capacidad de retrasar la gratificación de una necesidad inmediata para obtener una recompensa más grande en el futuro. Es decir, es la habilidad para posponer la satisfacción inmediata de un deseo para obtener un beneficio mayor a largo plazo. Este concepto fue introducido en la psicología en la década de 1960 por Walter Mischel, un psicólogo de la Universidad de Stanford. Él llevó a cabo una serie de experimentos en los que se les ofrecía a los niños una opción entre una recompensa inmediata o una recompensa más grande si esperaban un tiempo determinado. Los resultados mostraron que los niños que eran capaces de esperar y posponer la gratificación tenían mayores niveles de éxito en la vida en comparación con los niños que no podían hacerlo.

La inteligencia emocional, por su parte, se refiere a la habilidad de reconocer, entender y gestionar las propias emociones y las de los demás. Fue popularizada por el psicólogo Daniel Goleman en la década de 1990 en su libro «Inteligencia Emocional». Goleman argumentó que la inteligencia emocional era una habilidad crítica para el éxito personal y profesional.

La relación entre la gratificación diferida y la inteligencia emocional es que ambas habilidades requieren de la capacidad de controlar los impulsos emocionales. En el caso de la gratificación diferida, se trata de controlar el impulso de obtener una recompensa inmediata en pos de una recompensa mayor en el futuro. En el caso de la inteligencia emocional, se trata de controlar los impulsos emocionales que pueden interferir en la toma de decisiones adecuadas y en las relaciones interpersonales.

Existen varios estudios que han explorado la relación entre la gratificación diferida y la inteligencia emocional. Uno de ellos fue llevado a cabo por el psicólogo Travis Bradberry en 2015. En este estudio, se encontró que las personas con altos niveles de inteligencia emocional eran más propensas a posponer la gratificación y a planificar a largo plazo. Además, estos individuos eran más resistentes a los impulsos emocionales que los que tenían bajos niveles de inteligencia emocional.

En la actualidad, la relación entre la gratificación diferida y la inteligencia emocional es cada vez más relevante en el ámbito laboral. La capacidad de posponer la gratificación y planificar a largo plazo son habilidades cada vez más valoradas por los empleadores. En un entorno laboral cada vez más competitivo y cambiante, la capacidad de controlar los impulsos emocionales y adaptarse a las circunstancias es una habilidad crítica para el éxito.

Los estudios han encontrado que las personas con altos niveles de inteligencia emocional son más propensas a posponer la gratificación y planificar a largo plazo, lo que sugiere una conexión importante entre ambas habilidades.

Es importante destacar que ambas habilidades pueden ser desarrolladas y mejoradas con la práctica. En el caso de la gratificación diferida, se puede practicar el retrasar la gratificación en pequeñas decisiones cotidianas, como posponer la compra de un artículo innecesario para ahorrar dinero para una meta a largo plazo. En el caso de la inteligencia emocional, se pueden practicar técnicas de mindfulness y meditación para mejorar la capacidad de reconocer y controlar las emociones.

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