El cuchillo de pan

¿Quién entiende a los cuchillos..?

De la pluma de María Carolina Repetto García.
 
El otro día, cuando preparaba el desayuno, abrí el cajón donde guardo los cubiertos para sacar el cuchillo de pan y ¡casi me corto!  En un momento de distracción, lo había dejado con los dientes para arriba.
 
Cuando lo tomé, con cuidado para darlo vuelta, percibí un movimiento en mis dedos por lo que lo volví a mirar y escuché: “Cada vez que corto el pan para ti, mis puntas afiladas gozan de manera especial y placentera. ¡Lástima que tengo que esperar hasta el otro día para sentirme útil! Me gustaría hacer algo más el resto del día…pero no sé qué con exactitud.”
 
Impresionada con esta confesión inesperada, supe, además, que el cuchillo de pan no era el único que experimentaba esa especie de inquietud por tener alguna utilidad. Me contó que los otros cuchillos también aguardaban ansiosos ser tomados para cortar fruta, carne o lo que fuera.
 
Después de eso, me pidió ayuda. Ya no quería sentirse tan sedentario. Para convencerme, me habló de sus 24 puntas filudas, de su bonita cacha color café y de sus 3 botones metálicos brillantes. Me insistió que necesitaba un cambio de aire.
 
Yo me enternecí con su historia y le dije: “Te mandaré al restorán de mi amigo Víctor donde te aseguro no tendrás descanso y, en unos días más, pasaré a ver cómo te encuentras.” 
 
Pasó una semana y partí al restorán para ver qué tal le había ido a mi chuchillo. Con no poca sorpresa, lo encontré con mucho estrés y, además, ¡me pidió vacaciones! Me mostró sus puntas y estaban con ampollas… El mango estaba adolorido por tanto uso…
 
Al ver su cara de angustia, le propuse que pasara unos días en el quincho de mi casa, un lugar con muy poco movimiento. El cuchillo aceptó de inmediato y me dijo: “Gracias. En ese lugar tendré mucho aire y podré oler las flores y tomar el sol y, por las noches, podré conversar con la luna.”
 
Y sin perder más tiempo, lo agarré y lo llevé al quincho.
 
Luego de varios días lo fui a visitar. Ya no quería volver al cajón de mi cocina. En el quincho estaba muy feliz y fue imposible hacerlo entrar en razón. Después, me fui y lo dejé solo, con una pregunta en mi mente: 
 
– ¿Quién entiende a los cuchillos..?
 
Y colorín colorado…
 
Con la amable colaboración y autoría de nuestra amiga María Carolina Repetto García.
 
#Saludos #Entrecanos,

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